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Los benchmarks son unos test de cálculo y procesado que se realizan a los procesadores para ver medir su rendimiento. Los primeros benchmarks realizados a la versión quad-core del Galaxy S4 demuestra que su procesador es casi el doble de rápido que el del iPhone 5, situándolo en lo más alto de la tabla de clasificación a día de hoy.
Está claro que sobre el papel, el Galaxy S4 es lo más bestia que hay ahora mismo pero no todo son números y benchmarks. Los procesadores móviles más potentes también suelen guardarse un porcentaje de esa potencia para aumentar su eficiencia y así incrementar la duración de la batería. Sólo las tareas más exigentes sacan el verdadero potencial de una CPU.
También está el tema de la optimización y ya sabemos que Apple siempre ha sido capaz de rendir más con menos. Con esto no quiero decir que el iPhone 5 sea mejor que el Galaxy S4 a nivel de especificaciones (sería negar lo evidente) pero sí es cierto que iOS requiere menos hardware que Android para conseguir esa fluidez tan deseada por los usuarios.
Los benchmarks sólo dan resultados numéricos que difícilmente se pueden trasladar a acciones cotidianas. Por ejemplo, el Apple A6 es el doble de rápido que el Apple A5 pero en la realidad, los tiempos de carga son ligeramente menores y las diferencias nada escandalosas. En tareas más complejas (tiempos de carga en un juego, renders, …) es dónde el A6 saca músculo y hay una diferencia de rendimiento más evidente. Algo así ocurriría ahora con el procesador del Galaxy S4.
¿Conseguirá el iPhone 5S llegar al primer puesto de la tabla de clasificación? Si el próximo Apple A7 duplica su rendimiento, se quedaría al mismo nivel que el Galaxy S4 y es más que probable que el Galaxy S4 no esté en lo más alto de la tabla cuando se presente el 5S.
