La rivalidad entre dos vecinas que se odian
en secreto las llevará a hacer cualquier cosa
por ganar un concurso de la casa mejor
decorada en Halloween. Leyenda urbana
inspirada en un supuesto hecho real…
Sara y Cathy eran las típicas vecinas
envidiosas que no se soportaban la una a
la otra. Detrás de la falsa cordialidad y
amabilidad que demostraban cuando
estaban juntas, existía un profundo rencor
y envidia que ninguna de las dos dudaba
en mostrar cuando la otra se daba la
vuelta.
Rumores, acusaciones e incluso algún que
otro arañazo en la chapa de sus coches o
una rueda pinchada eran habituales. No en
vano se conocían desde el instituto y el
amor de un chico ya las había convertido
en enemigas feroces desde entonces.
A pesar de que habían pasado muchos
años y de que a ambas les había ido muy
bien en la vida ―ambas estaban casadas,
residían en el barrio residencial más caro
de la ciudad y gozaban de todo tipo de
lujos―, su rencor no hacía más que crecer
y aprovechaban cualquier excusa para
competir en una ridícula carrera por ver
cuál era mejor y si era posible ridiculizar a
la otra. Este año no iba a ser la excepción,
ya que en el barrio se celebraba un
concurso por Halloween para ver quién
llevaba el mejor disfraz y qué casa había
sido mejor adornada.
Tanto Sara como Cathy confiaban en que
ganarían ambos concursos. Sara había
contratado a una diseñadora de ropa
famosa para que le creara el disfraz de
vampiresa más espectacular y sexy que
jamás se había visto, incluso le habían
confeccionado una prótesis dental a
medida para simular sus colmillos. El
resultado era digno de súper producción
de Hollywood. Por su parte, Cathy llevaba
un disfraz de bruja espectacular, no
resaltaba su belleza como el de Sara pero
era mucho más aterrador y llevaba varios
trucos de magia para asustar a los niños,
así como un enorme sapo vivo que
guardaba en su bolsillo para asustar a los
más valientes.
En cuanto a la decoración, ambas habían
tirado la casa por la ventana y habían
gastado varios miles de euros en
iluminación, telarañas falsas, máquinas de
humo seco, las más espectaculares
calabazas talladas a mano y muñecos a
tamaño real de todo tipo de monstruos.
Antes de comenzar los concursos ambas
se dedicaron una mirada mezclada de odio
y burla, pensando que la otra no tenía
ninguna opción de ganar, ya que cada una
guardaba un as en la manga para ganar el
primer premio.
El concurso de disfraces transcurrió según
lo previsto y poco tiempo después
quedaban dos finalistas, Sara y Cathy. La
falsa sonrisa de ambas mientras se
mostraban en público era digna de un
verdadero concurso de reinas de belleza,
ambas tenían preparado su discurso de
falsa modestia y fingida sorpresa. Lo que
no esperaba Cathy es que Sara, mientras
estaban en el escenario, abriera un poco
más la raja de su falsa mostrando una de
sus espectaculares piernas y dejando
embelesado al jurado masculino que no
dudó en coronarla como mejor disfraz. De
poco le sirvió a Cathy haber llevado en la
mano ese repulsivo sapo que parecía
soltar un moco asqueroso, su esfuerzo
había sido en vano y, si perdía el premio a
mejor decoración, Sara se lo estaría
restregando por la cara todo el año.
Pasados unos minutos comenzó el
concurso y nuevamente no había
sorpresas, las dos casas mejor decoradas
eran las de Sara y Cathy. El jurado se
acercó a la casa de Sara y allí empezó el
verdadero festival: fuegos pirotécnicos,
juegos de luces sincronizados con la
música que eran coordinados por unos
especialistas coreanos que le habían
costado un ojo de la cara a Sara. Una
decoración que parecía salida de una de
las atracciones de un parque de
diversiones. Pero el plato fuerte fue
cuando liberaron al menos 100 gatos
negros que tenían enjaulados y dispuestos
a hacer aparición cuando acabara la
música.
La gente quedó impresionada y estalló en
aplausos, Cathy también quedó un poco
preocupada, su sorpresa también era
espectacular pero no esperaba que la
competición fuese tan reñida.
Rápidamente se apresuró a regresar a casa
para coordinar el espectáculo, diez
minutos después el jurado visitaría su
hogar y tenía que estar todo dispuesto.
Al llegar ordenó a los miembros de su
equipo (había contratado bailarines y
técnicos de sonido) que se colocaran en
sus puestos; pero estaba nerviosa, muy
nerviosa y la gente cuando se encuentra
en ese estado tiende a cometer errores.
El jurado llegó y su función comenzó, la
casa en una completa oscuridad se iba
iluminando a trozos y en cada una de las
ventanas una pantalla y un proyector
colocado por detrás mostraban diferentes
habitaciones en las que había asesinos, se
escuchaban gritos de tortura y salpicaba la
sangre o aparecían fantasmas. Sin duda
Cathy había optado más por el terror que
por el espectáculo audiovisual como Sara.
Pero su plato fuerte estaba a punto de
comenzar…
De repente y al ritmo de Thriller de Michael
Jackson, una manos empezaron a salir de
debajo de la tierra de su jardín. Un
espectacular grupo de baile disfrazado de
zombis apareció en el cementerio figurado
que había en su terreno y comenzó a
bailar de forma sincronizada.
La gente bailaba, reía y grababa en vídeo
todo el espectáculo, sin duda todo estaba
saliendo a la perfección. Cathy desde lo
alto de un árbol de su jardín preparaba el
truco final, un conjunto de arneses atados
a una rama alta servirían para que ella
hiciera su aparición volando sobre su
escoba. Era un sistema complicado que le
habían tenido que explicar más de diez
veces unos especialistas en escalada que
había contratado. Los nervios del
momento provocaron que Cathy tuviera un
error fatal. Una de las cuerdas había
quedado mal fijada y se soltó cuando
Cathy saltó del árbol para aparecer volando
sobre los zombis…
La cuerda restante se enredó en su ropa y
el peso de su cuerpo comenzó a ahogarla,
estaba colgando como si acabara de
ahorcarse pero para su desgracia la muerte
no tuvo la bondad de partirle el cuello; en
su lugar, comenzó a asfixiarse lentamente
mientras pataleaba luchando por su vida.
La gente no salía de su asombro,
pensando que se trataba de parte del
espectáculo aplaudían y coreaban el
nombre de Cathy. La canción terminó y la
risa malévola de la canción de Michael
Jackson dio el broche final a una función
impresionante. Las piernas de Cathy
perdieron su fuerza y dejaron de moverse.
Murió ahorcada sin que nadie se diera
cuenta a pesar de que decenas de
personas observaban el espectáculo.
Nadie dudaba de que Cathy debía ganar,
incluso Sara reconoció en sus adentros
que había sido vencida. El jurado
dictaminó que era la justa ganadora del
primer premio a la casa mejor decorada.
Pero nadie acudió a recoger el premio.
Mientras la gente se preguntaba dónde
estaba Cathy, un grupo de niños se
divertía jugando con el “muñeco” de bruja
que colgaba del árbol. Le tiraban piedras y
caramelos, estaba tan bien hecho que
ninguno se atrevió a acercarse demasiado.
Hasta el día siguiente, nadie se dio cuenta
que la bruja ahorcada que había en el
jardín era en realidad Cathy, quien por su
rivalidad con la vecina había dado la vida
para ganar el concurso.
NOTA: Esta leyenda está inspirada en un
caso, supuestamente real, de un hombre que
decidió suicidarse ahorcándose en el árbol
de su jardín en la noche de Halloween. La
gente acostumbrada a la decoración típica
de estas fechas no se dio cuenta de que el
hombre no era un maniquí hasta el día
siguiente, permaneciendo el muerto colgado
durante horas.
en secreto las llevará a hacer cualquier cosa
por ganar un concurso de la casa mejor
decorada en Halloween. Leyenda urbana
inspirada en un supuesto hecho real…
Sara y Cathy eran las típicas vecinas
envidiosas que no se soportaban la una a
la otra. Detrás de la falsa cordialidad y
amabilidad que demostraban cuando
estaban juntas, existía un profundo rencor
y envidia que ninguna de las dos dudaba
en mostrar cuando la otra se daba la
vuelta.
Rumores, acusaciones e incluso algún que
otro arañazo en la chapa de sus coches o
una rueda pinchada eran habituales. No en
vano se conocían desde el instituto y el
amor de un chico ya las había convertido
en enemigas feroces desde entonces.
A pesar de que habían pasado muchos
años y de que a ambas les había ido muy
bien en la vida ―ambas estaban casadas,
residían en el barrio residencial más caro
de la ciudad y gozaban de todo tipo de
lujos―, su rencor no hacía más que crecer
y aprovechaban cualquier excusa para
competir en una ridícula carrera por ver
cuál era mejor y si era posible ridiculizar a
la otra. Este año no iba a ser la excepción,
ya que en el barrio se celebraba un
concurso por Halloween para ver quién
llevaba el mejor disfraz y qué casa había
sido mejor adornada.
Tanto Sara como Cathy confiaban en que
ganarían ambos concursos. Sara había
contratado a una diseñadora de ropa
famosa para que le creara el disfraz de
vampiresa más espectacular y sexy que
jamás se había visto, incluso le habían
confeccionado una prótesis dental a
medida para simular sus colmillos. El
resultado era digno de súper producción
de Hollywood. Por su parte, Cathy llevaba
un disfraz de bruja espectacular, no
resaltaba su belleza como el de Sara pero
era mucho más aterrador y llevaba varios
trucos de magia para asustar a los niños,
así como un enorme sapo vivo que
guardaba en su bolsillo para asustar a los
más valientes.
En cuanto a la decoración, ambas habían
tirado la casa por la ventana y habían
gastado varios miles de euros en
iluminación, telarañas falsas, máquinas de
humo seco, las más espectaculares
calabazas talladas a mano y muñecos a
tamaño real de todo tipo de monstruos.
Antes de comenzar los concursos ambas
se dedicaron una mirada mezclada de odio
y burla, pensando que la otra no tenía
ninguna opción de ganar, ya que cada una
guardaba un as en la manga para ganar el
primer premio.
El concurso de disfraces transcurrió según
lo previsto y poco tiempo después
quedaban dos finalistas, Sara y Cathy. La
falsa sonrisa de ambas mientras se
mostraban en público era digna de un
verdadero concurso de reinas de belleza,
ambas tenían preparado su discurso de
falsa modestia y fingida sorpresa. Lo que
no esperaba Cathy es que Sara, mientras
estaban en el escenario, abriera un poco
más la raja de su falsa mostrando una de
sus espectaculares piernas y dejando
embelesado al jurado masculino que no
dudó en coronarla como mejor disfraz. De
poco le sirvió a Cathy haber llevado en la
mano ese repulsivo sapo que parecía
soltar un moco asqueroso, su esfuerzo
había sido en vano y, si perdía el premio a
mejor decoración, Sara se lo estaría
restregando por la cara todo el año.
Pasados unos minutos comenzó el
concurso y nuevamente no había
sorpresas, las dos casas mejor decoradas
eran las de Sara y Cathy. El jurado se
acercó a la casa de Sara y allí empezó el
verdadero festival: fuegos pirotécnicos,
juegos de luces sincronizados con la
música que eran coordinados por unos
especialistas coreanos que le habían
costado un ojo de la cara a Sara. Una
decoración que parecía salida de una de
las atracciones de un parque de
diversiones. Pero el plato fuerte fue
cuando liberaron al menos 100 gatos
negros que tenían enjaulados y dispuestos
a hacer aparición cuando acabara la
música.
La gente quedó impresionada y estalló en
aplausos, Cathy también quedó un poco
preocupada, su sorpresa también era
espectacular pero no esperaba que la
competición fuese tan reñida.
Rápidamente se apresuró a regresar a casa
para coordinar el espectáculo, diez
minutos después el jurado visitaría su
hogar y tenía que estar todo dispuesto.
Al llegar ordenó a los miembros de su
equipo (había contratado bailarines y
técnicos de sonido) que se colocaran en
sus puestos; pero estaba nerviosa, muy
nerviosa y la gente cuando se encuentra
en ese estado tiende a cometer errores.
El jurado llegó y su función comenzó, la
casa en una completa oscuridad se iba
iluminando a trozos y en cada una de las
ventanas una pantalla y un proyector
colocado por detrás mostraban diferentes
habitaciones en las que había asesinos, se
escuchaban gritos de tortura y salpicaba la
sangre o aparecían fantasmas. Sin duda
Cathy había optado más por el terror que
por el espectáculo audiovisual como Sara.
Pero su plato fuerte estaba a punto de
comenzar…
De repente y al ritmo de Thriller de Michael
Jackson, una manos empezaron a salir de
debajo de la tierra de su jardín. Un
espectacular grupo de baile disfrazado de
zombis apareció en el cementerio figurado
que había en su terreno y comenzó a
bailar de forma sincronizada.
La gente bailaba, reía y grababa en vídeo
todo el espectáculo, sin duda todo estaba
saliendo a la perfección. Cathy desde lo
alto de un árbol de su jardín preparaba el
truco final, un conjunto de arneses atados
a una rama alta servirían para que ella
hiciera su aparición volando sobre su
escoba. Era un sistema complicado que le
habían tenido que explicar más de diez
veces unos especialistas en escalada que
había contratado. Los nervios del
momento provocaron que Cathy tuviera un
error fatal. Una de las cuerdas había
quedado mal fijada y se soltó cuando
Cathy saltó del árbol para aparecer volando
sobre los zombis…
La cuerda restante se enredó en su ropa y
el peso de su cuerpo comenzó a ahogarla,
estaba colgando como si acabara de
ahorcarse pero para su desgracia la muerte
no tuvo la bondad de partirle el cuello; en
su lugar, comenzó a asfixiarse lentamente
mientras pataleaba luchando por su vida.
La gente no salía de su asombro,
pensando que se trataba de parte del
espectáculo aplaudían y coreaban el
nombre de Cathy. La canción terminó y la
risa malévola de la canción de Michael
Jackson dio el broche final a una función
impresionante. Las piernas de Cathy
perdieron su fuerza y dejaron de moverse.
Murió ahorcada sin que nadie se diera
cuenta a pesar de que decenas de
personas observaban el espectáculo.
Nadie dudaba de que Cathy debía ganar,
incluso Sara reconoció en sus adentros
que había sido vencida. El jurado
dictaminó que era la justa ganadora del
primer premio a la casa mejor decorada.
Pero nadie acudió a recoger el premio.
Mientras la gente se preguntaba dónde
estaba Cathy, un grupo de niños se
divertía jugando con el “muñeco” de bruja
que colgaba del árbol. Le tiraban piedras y
caramelos, estaba tan bien hecho que
ninguno se atrevió a acercarse demasiado.
Hasta el día siguiente, nadie se dio cuenta
que la bruja ahorcada que había en el
jardín era en realidad Cathy, quien por su
rivalidad con la vecina había dado la vida
para ganar el concurso.
NOTA: Esta leyenda está inspirada en un
caso, supuestamente real, de un hombre que
decidió suicidarse ahorcándose en el árbol
de su jardín en la noche de Halloween. La
gente acostumbrada a la decoración típica
de estas fechas no se dio cuenta de que el
hombre no era un maniquí hasta el día
siguiente, permaneciendo el muerto colgado
durante horas.